Creencias y supersticiones

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Otras creencias y supersticiones

 

Os Rescritos.- Estos eran conxuros escritos en unas cuartillas de papel, contra los rayos, las enfermedades del ganado, las lombrices, etc. Iban encabezados por una cruz, con las siglas de San Benito y otros santos. Antiguamente los hacían los curas a mano. Conservo uno hecho en imprenta y escrito en latín. Tiene una gran cruz y a cada lado de la misma un ángel. Dentro de la cruz hay veinticuatro letras seguidas de un punto, cuyo significado desconozco, y más abajo dice:
“ROGUEMOS
Te pedimos Señor Dios nuestro, que acojas con una bendición a tu criatura Andrés y más y que sea redimida en cuerpo y alma y que te muestre su adecuada sumisión y que se encuentre siempre con lo benéfico de tu propiciación. Por Cristo Señor nuestro. Amen
Contra las lombrices”(Anexo 18)
El nombre de “Andrés y más” aparece escrito en pluma. Ello se refiere a mi abuelo Andrés Romar y familia. Ignoro a que año pertenece, pero mi abuelo falleció en 1944.
Bendición das leiras.- Todas las fincas de cultivo eran bendecidas el día de la Ascensión. Se cogía el agua bendita, que previamente se había recogido en la iglesia el Sábado Santo, y el ramo de olivo del Domingo de Ramos. Se iba por las fincas, se cortaba una ramita del ramo, se mojaba en el agua bendita y al tiempo que se hacía una cruz sobre la tierra, se decía el siguiente conxuro:
“Fóra ratos, fóra sapos,
fóra bichos de mala nación
que aí vén o ramo de oliva
coa súa bendición”
y en el centro de la cruz se clavaba la ramita de olivo. No se hacía sólo contra roedores y sapos; era también contra las pestes de la agricultura y las tentaciones de malos vecinos.
Cepo dos tronos ou de Nadal.- Este era un tronco de madera, al que se le gravaban unas cruces con un hacha y se ponía al fuego antes de las doce de la noche del día de Nochebuena. Después de estar ardiendo se separaba del fuego, hasta que se apagaba, y luego se guardaba para cuando hubiese tormenta. El día que se acercaba la tormenta se ponía al fuego mientras duraba la misma, con el fin de alejarla y que no produjesen desgracias, muy frecuentes en la zona de Fornelos donde provocó varias muertes. Al mismo tiempo se rezaba a Santa Bárbara, cumpliendo así el dicho: “Acordarse de Santa Bárbara cando trona”.
Amuletos.- Quizá se llevasen muchos más de los que vi. El más frecuente era un diente de ajo en los bolsillos. Otras veces se utilizaba una castaña de indias. También era común la ferradura (herradura) clavada en la puerta. En el yugo se clavaba todo clavo (de manera especial brochas -tachuelas-) que se extraía a los animales de las patas. El colmillo del cerdo, se utilizaba como amuleto contra la envidia.
En lo religioso lo más frecuente era poner un escapulario al cuello con alguna medalla o sujeto a la ropa; y en los libros y carteras, estampas de los distintos santos. Mi hijo Alberto conserva como oro en paño un pequeño escapulario, con la imagen de la Virgen del Carmen, de apenas 2,5 cms. de largo por 1,5 de ancho, que su madre le prendía con un imperdible a la camiseta cuando era pequeño.

Resumen de otras creencias:
Cuando se compraba una vaca o un par de bueyes, al hacer la entrada en la cuadra, tenía que pasar sobre la chaqueta del nuevo dueño. ¡Ni siquiera las novias tenían ese trato cuando llegaban a la casa el día de la boda!
Cuando se traía un gato, se le untaban las patas con aceite ...para que no se marchara a su casa de procedencia.
¿Han oído hablar del sueño y las ovejas? Con frecuencia oí decir (aunque no llegué a verlo), que cuando un niño recién nacido no dormía de noche, había que ponerlo debajo de un cesto y hacer pasar un rebaño de ovejas por encima para cambiarle el sueño.
Si distraídamente se pasaba por debajo de la pa (pala para llevar la masa al horno), había que deshacer la operación pasando en la dirección opuesta, ya que de lo contrario se dejaba de crecer. Mi madre se la pasó muchas veces a mi hermano Jesús, porque crecía mucho.
El día que se mataba el cerdo, y mientras estaban descuartizándolo, nadie se podía acercar a él comiendo.
Cuando un niño recién nacido bostezaba se le hacían cruces en la boca con el dedo pulgar, mientras tuviese la boca abierta. También era frecuente vérselo hacer a personas mayores.
Las cáscaras de huevos, no se podían echar al fuego. Ello creo que era debido a que San Lorenzo murió en una parrilla con cáscaras de huevo.
Si se caía un trozo de pan al suelo, se besaba antes de llevárselo a la boca.
Cuando una gallina clueca estaba incubando se ponía un hierro acerado entre los huevos, para que en el caso de que hubiera una tormenta ésta no afectara a la incubación.
Había animales que daban muy mala suerte y producían mucho mal. A los niños nos amenazaban diciendo: “aí ven o lobo”, “o can enfermo”. Y todos ellos venían, según decían, de Baíñas, lugar de donde también venía o demo, o pobre do saco, etc.
Con la serpiente había que tener mucho cuidado de que no entrara en las cuadras, ya que mamaba la leche de las vacas, al parecer de una forma más dulce que el propio ternero.
A la denosiña (comadreja) se le tenía mucho miedo, a pesar de su pequeño tamaño.
La ropa se calentaba al fuego, antes de ponérsela, para eliminar bichos, sobre todo las arañas.
Cuando moría algún animal, no se enterraba, se quemaba, para evitar el contagio. Siendo pequeño hubo una peste entre las gallinas, donde murieron casi todas las que teníamos (quizás 40 ó 50), y prácticamente todos los días teníamos que quemar más de una.
A mi abuelo materno le aconsejaron cambiar de casa para que no le muriesen los hijos, ya que los cinco primeros le murieron antes de cumplir los quince años. En la nueva casa sólo nació mi madre, que se crió con otros tres hermanos.