Otras diversiones
El cine y el fútbol,
las grandes diversiones de cualquier capital de provincia, también estaban
presentes en nuestro pequeño pueblo, ... a nuestra manera. En cuanto al cine el
cura tenía una proyector portátil. Cuando íbamos al catecismo, de vez en cuando,
y si nos sabíamos la doctrina, nos daba una vale de aluminio para que pudiésemos
pasar gratis a la proyección de cine mudo que, en días de invierno, el sacristán
junto a sus colaboradores nos preparaban en un local del tío José. Como pantalla
se usaba una sábana blanca. El que no tenía vale debía pagar un real, como los
mayores. En Baio el local de cine se inauguró en 1943, pero aparte de tener que
pagarlo, estaba algo lejos para ir de noche.
Por lo que se refiere al gran deporte nacional, el fútbol, en Fornelos debemos
decir que siempre intentamos estar al día. Un día se corrió la voz de que
Gumersindo de García había traído una pelota de fútbol, creo recordar que de
Burgos, donde hacía el Servicio Militar. Quedamos todos citados para probarlo,
balón y deporte, en Tras da Senra do Maroto. Como es lógico el campo no estaba
preparado. Se improvisaron unas porterías con unos carabullos (palo delgado) de
pino de menos de un metro de alto, y nos remangamos los pantalones (alguien dijo
que tenía que ser así). La pelota era de goma de color blanco. Poco más puedo
decir de ella. No recuerdo bien si fue a la primera o a la segunda patada, el
balón se clavó en una espina de un tojo, deshinchándose inmediatamente, por lo
que se suspendió el primer partido que habíamos intentado jugar, en el minuto
uno del primer tiempo. La gran mayoría sólo habíamos visto la pelota de lejos,
ni siquiera la habíamos tocado con la mano. El juego no se reanudó hasta el año
1955, cuando los hermanos “Dego” fueron a estudiar a la capital y su padre les
compró un balón como premio. También nos cedió un prado que les daba poca
hierba, situado en la Viña. Este campo era pequeño, poco debía pasar de los mil
metros cuadrados, tenía forma de trapecio y lindaba con el río. Montamos unas
porterías (no reglamentarias), en una de las cuales había que sacar los corners
siempre del mismo lado, porque por el otro estaba el río.
El primer desplazamiento oficial del equipo de Fornelos C.F. fue a Vimianzo. La
expedición la componíamos catorce personas: los once jugadores, mi tío José como
“delegado”, el chófer, y yo mismo, como árbitro. Todos en el turismo de siete
plazas de Paco, hijo de José María do Zapateiro, de Baio. Mi tío, al no caber
dentro, hizo el viaje de pie en el guardabarros. El resultado del partido fue de
un contundente 5 a 1 a favor del Fornelos C.F. De dicho resultado nada se puede
achacar a mi arbitraje, como da buena prueba el hecho de que le anulé un gol al
Fornelos C.F. cuando el marcador era de cero a cero... Las camisetas las había
comprado yo en A Coruña, con los colores del Atlético de Bilbao, equipo de moda
por aquellas fechas.
|