María
Encarnación López Rivera (1903-1990)
Nace en Fornelos en el año 1903 en la
casa de Ramón de Bao, la casa fue construida por sus padres en el año 1900. Se casa con Francisco Romar Lema. Viven en la
casa "de
Romar" donde nacen sus 7 hijos. En el año 1952
se trasladan a vivir a la nueva casa "do
Empalme".
María desciende de la Casa do Vinculeiro do Bao de Fornelos. La Casa do Bao, era
una pequeña casa Hidalga fundada en 1758, y disuelta en 1844. Quizá su economía
no era lo suficientemente fuerte para hace frente a los gastos a que fue
sometida, entre ellos: las dotes de las hijas, la primera misa de un hijo o los
gastos ocasionados por el fallecimiento de cinco miembros de la familia, en
apenas seis años (el vinculeiro, su esposa, su hijo primogénito, su hijo
cura y un biznieto). En aquella época cumplir las ultimas voluntades y otros
gastos que ocasionaban las defunciones, dejaban las haciendas muy debilitadas.
No obstante el que da el golpe definitivo, fue José Miguel López de Parga,
abuelo de María, quien mediante el juego arruinó todas sus propiedades y llevó a
la familia a una situación de pobreza límite.
En el libro "Ancestros
y vivencias" podemos leer lo siguiente:
O vinculeiro da
Casa do Bao . Mis ancestros maternos
Otra rama noble de
la familia era la de los López, os vinculeiros de la Casa do Bao. Según
el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la primera
acepción de <<vincular>> es la de "grabar los bienes
a vínculo para perpetuarlos en una familia", y en <<vínculo>> podemos leer, "unión o sujeción de una finca al perpetuo
dominio de una familia". Así podríamos intentar definir lo
que eran los vinculeiros diciendo que eran casas nobles gallegas cuyo primogénito
heredaba los bienes vinculados, los cuales no podían ser divididos ni
vendidos, a fin de perpetuar su poder en el tiempo. Como podremos ver luego,
los López encontraron la forma de que no fuera así.
Había entre
la gente del pueblo otras definiciones menos técnicas de lo que eran
los vinculeiros y sus riquezas. Por ejemplo, oí decir a mi madre que
pertenecía al vinculeiro todo lo que éste podía ver desde
las ventanas de su casa. Esto en nuestro caso suponía bastante poco,
pues la Casa do Bao estaba situada en una vaguada. Otro vecino decía
que era todo lo que abarcaba el sonido de las campanas de la iglesia de San
Amedio de Bamiro. Esta versión también es imposible, aunque sí
poseían tierras en la zona donde llegaba ese sonido, ya que recibía
foros de las parroquias de San Pedro de Vilar, Lamas, Bamiro, Baio y Borneiro.
Un dato, este real, era que el agua que iba del monte del Castelo a su casa,
transcurría siempre por tierras de su propiedad (casi dos kilómetros).
Todavía hoy en el monte de los Resíos se aprecia por donde pasaba.
Dado que ésta era posiblemente la única casa hidalga de la parroquia
de Baio, y sobre todo por pertenecer a mis ancestros los López, he intentado
por todos los medios recabar la mayor información posible sobre la misma.
Conseguí valiosos datos, unos verbales y otros escritos. Con ellos, hoy
se puede reconstruir la breve historia de este vínculo, que apenas duró
una generación. Historia realmente apasionante, que nos demuestra que
muchas veces la realidad supera con creces a la ficción de las novelas.
Insistí hasta la saciedad con José Blanco Durán (José
do Bao), hoy desaparecido, y descendiente directo de dicha casa, para que me
dejara ver los documentos viejos que había en casa. Por fin un día
me dejó ver dos: la división del vínculo (año 1844)
y la declaración de pobreza del hijo primogénito del último
vinculeiro, (año 1892). Hice fotocopia y al devolvérselos insistí
en que me dejara ver más. El me contestó:
- " Non hai máis. Os outros están todos estragados e non
se len"-
- "¡Eses, Señor Xosé!" -le dije- "¡Eses,
son os que quero ver! Canto máis vellos e máis estragados estean,
mellor"
Todo fue inútil. Mi insistencia continuó con sus hijos, y al final
tuvo sus logros. Jesús Blanco Pérez (a quien tengo que agradecer
su colaboración) me proporcionó varios legajos que permanecen
en los desvanes de la Casa do Bao. Todos ellos muy bien conservados, que abarcan
desde el siglo XVI al XX. En ellos figuran muchas compras y arriendos de la
Casa de Romelle, así como pleitos y otros escritos de los López.
Sin embargo no aparecen testamentos, partijas ni, por consiguiente, hay nada
sobre el fundador del vínculo. ¿Por qué estos escritos
están en la Casa do Bao? (Muchos con anotaciones de D. Justo Gayoso casado
con Da Juana Caamaño, dueña del mayorazgo de Romelle a finales
del siglo XIX). Posiblemente fuera debido a que los cabezaleros de Romelle (persona
encargada de cobrar y pagar el canon de los aforados), los fueran transfiriendo
unos a otros. Debo aclarar que los Caamaño tenían tres lugares
en la parroquia de Baio. Uno en Baio Pequeno y otro en Fornelos, que pagaban
rentas a la Casa de Romelle y otro más en Fornelos que pagaba sus rentas
a la Casa de Trasariz. Este último posiblemente fuese el que trabajaba
la familia Anido.
En el 1620 D. Alvaro de Caamaño, Sr. de Romelle, compra a María
Vázquez un resio a lo largo de la agra de Fornelos (extensión
de terreno perteneciente a varias personas), junto al camino que va al Briño
y dice: ". . . es bueno para hacer una casa ... "
En el año 1656 D. Juan Caamaño Ribadeneria, señor del Coto
de Romelle, compra a Fernando de Castro de Allones el "tarreo da Cabana".
El mismo día se lo arrienda al vendedor, junto con otros que ya poseía
en Fornelos. Esta era práctica habitual entre los señores feudales.
Primero ahogaban a los campesinos con impuestos y préstamos que no podían
pagar, luego se hacían con sus propiedades y, por último, se las
arrendaban. Lo que se dice un negocio redondo. Una de las cláusulas del
contrato de arriendo dice:
"... asimismo es condición que ha de arrancar la piedra para hacer
una casa en el resio de la cabana con que dicho don Juan pague a los pedreros
que la hicieran... "
En una época en que apenas se daban lindes de las fincas, el señor
de Romelle quiso dejar muy claro donde mandaba edificar la Casa do Bao. "...
asimismo el bau de Juan Miguez que esta sito en el rio del lugar de Fornelos
y por la parte nordes entesta con heredad de los Vidales y emprincipia de la
salida del agua que corre al molino del dicho Fernando de Castro de Allones
y por la parte de travesía con el rio y por el solano con heredad de
que finco Juan Ferreyro según dicho tarreo de heredad de cabana que adquirió
dicho Juan Caamaño... "
Por consiguiente la Casa do Bao fue mandada construir en 1656 y totalmente reconstruida
en 1927, según Manuel Rodríguez "Casanova" (este fue
su primer trabajo como cantero), fecha en que desaparece el escudo que mi madre
recordaba sobre la puerta principal, el cual es de suponer fuese el escudo de
los Caamaño. ¿Quienes fueron los primeros moradores? Eso sigue
siendo una incógnita. El arriendo citado anteriormente se hizo por nueve
años, y en los sucesivos no se cita la finca de la Cabana, ni la casa.
En el año 1725, un tal Juan López junto con Antonio de Leis, es
el cabezalero de la Casa de Romelle, de los foros de Baio Pequeno y Fornelos.
Ambos viven en las casas del foro de Baio Pequeno. Juan estaba casado con Cecilia
Pérez, posiblemente hija del anterior cabezalero Andrés Pérez.
En 1741 Juan es vecino de Fornelos, según la escritura de compra de una
finca, de dicho año. En el catastro de 1753, Juan López forma
parte de la mesa como perito. En el orden alfabético dicho catastro dice:
"Juan Lopez Labrador Casado un sobrino y una sobrina menores, un criado
y una Criada mayores"
El fue el fundador del vínculo do Bao en el año 1758, según
se desprende de la detallada acta de su defunción en el año 1777.
"En la feligresía de Sta. María de Bayo á diez y ocho
dial de el mes de Henero año de mil siete cientos setenta, y siete se
ha muerto Juan Lopez, viudo, qe. quedó de Cecilia Perez vecino del lugr.
de Fornelos feligra. dicha de Bayo, y en veinte de dicho mes se dio sepultura
a su cadaver enla Capilla mayor de dicha Ygla.; recivio los Santos Sacramtos.
de Penita., Comunon., y Extrema-uncion. hizo testamento de qe. dío feé
Joseph Anto. Posse ssno. vecino de Sn. Mamed de Sarces en seis de Maio de setenta
y seis, en que mandó assistiessen asu entierro doce sacerdotes, y otros
tantos al Septimo día, y Cabo de año, y qe. sele digan por entre
año sesenta Missas rezadas en el Convento de nro. Pe. Sn. Franco. de
Santiago por la Limosma acostumbrada; asimismo manda se cumplan perpetuamente
las dos Missas rezadas qe. durante el Matrimonio con dicha Cecilia han fundado
sobre todos sus vienes havidos, y por haber los qe. dejaron vincualdos, en atencion
a qe. no tenían hijos, de Cuia escritura dio fee Pedro Varela do Mato
ssno. vecino dela feligra. de Santiago de Carreira en seis de Abril de el año
de mil sete cientos, cinquenta y ocho; y dichas Missas se haian de decir en
la Parroql. de Bayo por el día dela Natividad de Nra, Señora,
o su octaba su limosna dos rr. y medio; dejó por heredero y cumplidor
a Juan Lopez su sobrino y pa. qe. Conste lo firmo como cura qe. soi de
dicha Parroquia. Juan Anto. Gra. Cavallero".
Hoy no quedan restos de su sepultura dentro de la iglesia de Baio. Posiblemente
desapareciesen con las reformas de mediados de este siglo. Quizá también
fuese este Juan López quien mandase construir el
cruceiro de Riva do
Bao, ya que la tradición oral dice que fueron los vinculeiros quienes
lo mandaron construir e instalar en tierras de su propiedad.
Como se puede apreciar el primer vinculeiro es Juan Francisco López (abuelo
de mi bisabuelo). Estaba casado con Rosa Sánchez Lema, natural de San
Xoán de Borneiro.
Se conservan muchos
escritos que hacen referencia a Juan Francisco y siempre le citan con "Don",
tratamiento reservado en aquella época, a gente de cierta clase social. Tanto la
firma como la amplia y enrevesada rúbrica, son de la categoría de un gran
escribano.
En el año 1805 Juan-Francisco firma varias veces como testigo, en el
pleito que hubo entre José Francisco de Lema y Prado y varios vecinos
de Fornelos. En 1817 figura como testigo de la compra-venta de una casa en
Fornelos. Si comparamos como está escrito su nombre y apellido en el documento,
con la firma, no hay duda de que quien redactó la escritura, fue el propio
Juan-Francisco. Ese mismo año Juan Francisco aparece en otros documentos,
mucho menos agradables. Fue denunciado ante la justicia por su yerno, Agustín Ordoñez, vecino del Coto de Señorans de la parroquia de Salto,
por no haberle entregado 48 ferrados de trigo, que le había comprado,
más 20 ferrados (vencidos) de la dote de su mujer y los otros 20 que
vencían en agosto. Para ello pide el tal Agustín Ordoñez
que se le embarguen las rentas que tenía que percibir de un vecino de
Baio, otro de Borneiro, y de diez vecinos de Fornelos (por aquel entonces no
debía de haber más de veinte vecinos labradores en Fornelos, lo
que da muestra del poder del vínculo en la zona), que suman un total
de 171,5 ferrados de trigo. ¡Más de dos toneladas y media de trigo!
El proceso de embargo fue largo y complicado, y a mí me recuerda algunos
procesos judiciales a personas del mundo financiero que hoy están tan
de moda. Juan-Francisco no estaba de acuerdo con el embargo. Hubo que discutir
el precio del trigo, y los importes de las rentas que el vínculo estaba
cobrando, que no estaban muy claras. Cuando por fin se determinaron las que
debían ser embargadas, se presentaron algunos de los vecinos requeridos
diciendo que sus rentas ya habían sido embargadas anteriormente, y otros
que las habían pagado por anticipado. Para acabar de redondearlo, se
descubrió que algunas de las rentas habían sido cobradas por la
mujer de Juan Francisco. Incluso éste llegó a afirmar que parte
del dinero que se había quedado era el necesario para su manutención
porque en casa le cerraban la puerta de la despensa. Finalmente, entre alegaciones
y escaramuzas legales, no está muy claro como acabó el tema.
También hay una anécdota que debió de ocurrir cuando él
era el vinculeiro, allá sobre el año 1820. Por aquel entonces,
su hijo menor, Francisco-Antonio López Sánchez se hizo cura y
fue presbítero patrimonial de la parroquia de Baio y más tarde
cura ecónomo de la misma parroquia. Para celebrarlo, el vinculeiro decidió
que Francisco-Antonio oficiara una misa en el
cruceiro de Riva do Bao, y organizar
una fiesta después de la misa. Según me contó Teresa García Bouzas (descendiente de la Casa do Bao) la celebración de esta misa fue
origen de una fuerte disputa con el Arzobispo de Santiago, quien por aquellas
fechas no estaba muy por la labor de dar autorización para celebrar una
misa al aire libre. Pero el vinculeiro acabó ganando el pulso y la misa
se celebró. Durante la fiesta, uno de los criados del vinculeiro llegó
corriendo, sudoroso y apresurado junto a él, diciendo que una pareja
de bueyes se había caído al río en Tras da Devesa. El vinculeiro
no estaba para problemas y le dijo:
-"Hoxe é día de festa. Déixademe de bois"
Y lo dejaron. Y uno de los bueyes, que podía suponer una pequeña
fortuna para cualquier campesino, se ahogó en el río.
Juan Francisco López muere el 24 de junio de 1833, a la edad de 79 años. En el acta de defunción, tanto él
como su esposa e hijos (incluso el nieto primogénito) figuran con "Don".
Entre otras cosas dispone se digan 64 misas rezadas, a parte de las del séptimo
día y cabo de año.
El hijo primogénito de Juan Francisco fue José-María-Gabriel
López Sánchez, que nació en Fornelos el 5 de septiembre
de 1782. Se casa con Rosa de Parga, natural de San Martiño de Cánduas.
No tengo muchos datos sobre José-María. Sólo sé
que firmó con testigo en la venta que hizo en 1802 el escultor Agustín
Martínez Ribera, de la casa Pequena do Lugar. Muere antes que su padre
el 6 de diciembre de 1829 y dispone que a su entierro asistan 13 señores
curas y 24 al séptimo día y otros tantos al cabo de año.
El segundo y último vinculeiro fue el primogénito de José-María,
José Miguel López de Parga, nacido en Fornelos el 29 de septiembre
de 1804. Se casó con Juana de los Reyes Velo, nacida en Santa María
de Ferreira el 16 de marzo de 1813. Según me contaron mis padres, mi
tía Gumersinda, y algún que otro vecino de Fornelos, la boda se
celebró cuando Juana tenía trece años. Prueba de su corta
edad es que cuando llegaron los invitados para la boda, Juana estaba jugando
con unos trozos de teja en un esqueiro (escalera de piedra en un muro). También
me dijo mi tía que, cuando se concertó la boda, el acuerdo familiar
era que hasta que Juana cumpliera los catorce años no dormiría
con José-Miguel. Ni en la parroquia de Couso, que era a donde pertenecía
como anexo Santa María de Ferreira, ni en esta última, pude comprobar
la fecha del matrimonio. En ninguna aparece registrada. Lo que sí es
cierto es que el primer hijo lo tiene Juana a los 18 años.
En el año 1835, José Miguel afora a María Touza una de
las casas Pequenas del Lugar. Este es el primer documento que tengo donde aparece
el nombre del vínculo y dice así:
"José Miguel López vecino de la Casa llamada del Bao, de
este Lugar Parroquia Duo. (dueño) de dicha Casa y Vínculo aquees
aderente y como tal dixo... " Cuando lo firma se puede apreciar que lo
hace mucho peor que su abuelo.
Mi madre decía que a José Miguel, su abuelo, se le calculaba una
renta diaria de una gallina y tres ferrados de trigo, a parte de varios corderos
anualmente. Poco a poco y en el juego (posiblemente a las cartas) fue consumiéndolo
todo.
En el año 1844, cuando ya tenía muchas deudas, decide dividir
el vínculo en dos partes iguales, mitad para él y la otra mitad
para su primogénito. En éste se puede observar como para él
se reservó los foros y para su hijo los bienes raíces. En el inventario
que hizo para la división cita cuatro casas, treinta y tres fincas, tres
piezas de molienda y 182 ferrados y 10 cuartillos de trigo, que percibe de los
foros de 19 vecinos de cinco parroquias distintas. Todo ello valorado en doscientos
ochenta y cuatro ferrados de trigo y trece cuartillos anuales. Tenía
que pagar por pensiones, treinta y cuatro ferrados y dieciocho cuartillos de
trigo, 37 reales y medio en dinero y por "tres octavas partes de un cordero".
En la escritura de división del vinculo, está presente como comprador
de los bienes, D. Francisco Labarta, padre del escritor D. Enrique Labarta Pose
En 1894, se le pagaba a Da. Consuelo, hermana de D. Enrique, una renta de 20
cuartillos de trigo.
Así jugó, y perdió, uno de los
cabazos (hórreos)
de seis "pés" (dos hileras de seis columnas), hecho de grandes
piedras de granito, muy bien
labradas, que tenía la casa. Cuando sus nuevos dueños fueron a
buscarlo, José huyó al monte, y Juana, que no sabía nada
del asunto, fue maltratada al resistirse a que se lo llevaran. El hórreo
fue desmontado piedra a piedra, cargado en carros y trasladado a la parroquia
de Carreira. La casa a donde pertenece actualmente se le conoce por la "da
Señorita" o "do Moreno", pero se dice que quien lo ganó
fue un tal Antonio Montero, un escribano que vivía en dicho pueblo, y
cuya familia pasó posteriormente a residir en Zas. Era el año
1847, fecha que fue grabada en su frontal encima de otra ya existente. También
se puede apreciar en uno de los laterales como, de una manera muy tosca, fue
abierta una segunda puerta. Estoy hablando del hórreo que figura en la
portada de este libro.
Cierto día mientras desgranaba maíz, Xoána comentó
a Xosé:
"Xa somos
pobres, pero polo menos temos millo"
A él, como respuesta, se le cayeron las lágrimas. Ella al verle
exclamó:
-"¿Tamén o xogaches?"
Y él respondió:
-"Este e máis o que temos sementado"
En otra ocasión fueron a buscarle los bueyes. Esta fue al parecer la
única batalla que ganó Juana.
-"Os bois necesítoos para traballar. Se queredes levade ó
meu home"- les dijo.
Estos fueron más humanos que los del hórreo y no se los llevaron.
Juana, también intentó salvar un reloj muy bonito que tenían.
Este reloj era de pie y Juana lo desmontó y lo guardó en el faiado
de casa. Cierto día una pobre que pedía por las puertas y que
cuando le caía en ruta dormía en su casa, le preguntó por
él.
-"¿E vostedes aínda teñen aquel reloxo tan bonitiño?"
-"Sí. Pero téñoo gardado para que non o xogue o demo
do meu home" -"Ah. E que eu oín soar un igualiño nunha
casa dun lugar da parroquia de Carreira. Pero supoño que sería
outro"
Juana fue corriendo a comprobar el lugar donde lo tenía escondido, pero
era demasiado tarde. Había desaparecido. Su marido lo había jugado...
y perdido. Y así, poco a poco, fueron desapareciendo todas las riquezas
del vínculo de la Casa do Bao. Según me dijo Evaristo de Cotelo,
descendiente de esta casa, o agro (huerta grande próxima a la casa) da
Traveira, fue cedido por dos mantas viejas para taparse del frío en el
invierno. Los hijos de José Miguel y Juana tienen que salir a pedir caridad
y a servir de criados. Mi madre decía que Antonia y Belén pedían
el tabaco por las puertas para su padre. En el año 1852, el vinculeiro
dirige una instancia a D. Justo Gayoso, marido de Da Juana Caamaño heredera
de la Casa de Romelle y vecinos de Ferrol, donde le dice que debido a la falta
de frutos y la muerte de sus padres y otros familiares, no puede pagar las deudas
que tiene actualmente, las cuales ascienden a 680 reales y 6 maravedíes
y parte de la renta del año 1851. Pide "... remisión total
o parcial... o por lo menos plazos...". También dice que en 1847
fue a Madrid a pedir "indulgencia al antecesor". Después de
muchos informes del Sr. administrador de Romelle, le conceden una prórroga
de 5 años y un 15% de descuento. En el año 1856, la deuda había
aumentado a 1.475 reales y 9 y 1,4 maravedíes.
Este mismo año el cura de Baio se dirige a D. Justo, pidiéndole
ayuda y apoyo para José-Ma, hijo de José-Miguel, diciendo:
"... el dador feligres miyo desgraciado y sus hermanitos por el abandono
de sus padres lo que U. acuerde con el muchacho José López yo
lo garantizo y caso que no cumpla los plazos qe. disponga yo lo haré...
"
Es la primera y única vez, que se citan a ambos padres como culpables.
La tradición oral, siempre se refiere al padre como único culpable.
A pesar de todos los escritos anteriores, en el año 1869, José-
Miguel López de Parga, sigue siendo el cabezalero aforado de Fornelos
y Baio Pequeno.
A partir de esta fecha, los aforados de Fornelos tienen que pagar un ferrado
más de trigo, ya que Da Juana Caamaño pagó la redención
de lo que se pagaba a la "Obra pía de Tras Outeiro". Al cabezalero
le correspondía un tercio y los otros dos tenía que cobrárselo
a los colonos.
José-Miguel acabó emigrando a Madrid, pero regresó más
pobre de lo que se fue. No es una exageración. Marchó con un par
de zapatos puestos ... y volvió con un pie descalzo. Muere el 5 de julio
de 1887 a los 83 años de "catarro pulmonar crónico", según se acredita en el certificado municipal de su enterramiento.
José-María López de los Reyes, primogénito de José-Miguel,
nació en Fornelos el 20 de octubre de 1831y se casó con Ramona
Blanco Monterroso, descendiente de la casa do Cardezo de Baio. (En el Catastro
de 1753, en Baio, había dos propietarios con título de "Don",
uno de los cuales era el de la casa do Cardezo).
En 1890, el cabezalero de Romelle es José-María. En 1891, José María
denuncia en el juzgado de Zas a varios vecinos, para que le dejaran libres las
fincas que pertenecían al vínculo. En el acto de conciliación,
uno de los demandados dice que la finca se la compró a José López
Parga y al propio demandante en el año 1869. El juzgado de Corcubión
concede Certificado de Pobreza a José María en 1892 y la Audiencia
de La Coruña se lo confirma el 25 de mayo de 1893. Sólo tenía
la casa en que vivía, y con los ingresos que tenía trabajando
las tierras y de cantero temporalmente, no llegaba al salario mínimo
de un bracero, que era de seis reales. Con dichos ingresos no podía pagar
los impuestos. Entre otras cosas, este certificado le dejaba abierta la posibilidad
de poder continuar los pleitos para reclamar los bienes vinculados perdidos,
posiblemente en virtud de la Graciosa. Esta era una de las leyes propias del
Reino de Galicia, en virtud de la cual, una persona a la que se hubieran embargado
sus bienes, tenía derecho a recobrarlos si en un plazo de tiempo lograba
el dinero por cuyo valor se lo habían embargado. En Castilla, dicho plazo
era de nueve días, pero en Galicia, por esta ley "de gracia",
este plazo para mejora de fortuna, era de ¡treinta años!
Su hermano, Ramón López de los Reyes (mi abuelo), nació
el 17 de marzo de 1845, cuando el vínculo tocaba a su fin. Debido a eso,
fue a servir de muy niño para la casa del cura de Baio, no pudiendo ir
a la escuela, y en consecuencia era analfabeto. Más tarde fue a servir
a la casa de su tío (José Durán, perito agrimensor). Como
anécdota, la primera onza de plata que le dio su tío, la guardó
en el cruceiro de Riva do Bao, trepando hasta la cruz, donde la depositó.
Tuvo una novia en la casa de los Pose de Fornelos, pero los padres de ella no
les dejaron casarse por ser hijo de un jugador. En el año 1894, recibe
por ambas herencias paterna y materna, una finca de 850 m2 (mitad labradío
y mitad inculta) y otra de 142 m2, ambas fincas pagaban una pensión a
la Casa de Romelle de un ferrado de trigo anual, del que se hace cargo su hermano
primogénito, para lo cual tiene que hipotecar su casa.
El trabajó toda su vida con denuedo, tratando de recuperar, en vano,
todo lo que su padre había perdido. Su primera casa, la hizo de noche
con luz de leña y con la ayuda de su mujer (casa que actualmente se conoce
como casa de Xaquín). También de noche iba a buscar a Carballo
el correo. De día trabajaba de cantero y de labrador. Así, trabajando
día y noche, reunió un considerable número de fincas. Era
tal su obsesión por una "Casa do Bao" fuerte que, cuando hizo
testamento, pretendía que su hijo primogénito heredara la gran
mayoría de su herencia. Tuvo que intervenir mi abuela y decirle que todos
los hijos los había parido con el mismo dolor y, por consiguiente, todos
eran iguales. No obstante salió favorecido, entre otras cosas, con más
de cuarenta vacas, que tenía "a ganancia" (aparcería)
en tierras de Anllóns. Cuando tiene 39 años, se casa con Carmen
Rivera García, natural de Campo do Curro, de la parroquia de San Fins
de Anllóns. El Campo do Curro era una casa sola, al lado del río
Anllóns, donde tenían unos molinos (hoy sólo quedan restos
de la casa y de los molinos).
Esta rama de la familia también tiene historia digna de ser contada.
La abuela de Carmen era Antonia de los Reyes Velo, hermana de Juana (madre de
Ramón). Antonia, al parecer, era pequeña de estatura, pero muy
guapa y cuando tenía trece años fue raptada por José-Francisco
García Mandiá, de quien se decía que era de casa hidalga.
José-Francisco era un labrador muy elegante de ojos azules, muy fino
y también muy holgazán, dueño de casi todos los montes
de Anllóns y buena parte de las tierras de labor. También debía
ser muy inteligente ya que para desorientar a los familiares de Antonia que
salieron en su persecución tras el rapto, mandó herrar su caballo
con las herraduras al revés. Antonia fue llevada a la casa de Xiroque,
en la parroquia de Esto, donde más tarde se casaron.
Cuando nació mi bisabuela Juana, ya habían fallecido sus cuatro
abuelos, la madre le muere cuando tiene tres años y el padre cuando tiene
diez. De ahí posiblemente la boda de Juana a los 13 años y el
rapto de Antonia a la misma edad. Aunque el matrimonio de Juana también
pudo haber sido por conveniencia, cosa frecuente en aquella época para
unir la fortuna de dos casas ricas.
El vínculo do Bao de Fornelos
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